Puede parecernos mentira, pero ya ha llegado el día de nuestra despedida oficial del instituto. En ocasiones como ésta podríamos decir muchas cosas; no obstante, considero que no es el momento de aburrir a nadie con un largo discurso, por lo tanto pasaré a la acción…
Para la mayoría de los compañeros que aquí nos encontramos, será nuestra última reunión entre estas paredes, que han sido testigos de numerosas anécdotas compartidas en los muchos días que aquí hemos pasado, exactamente: 1360 días, 8160 horas, 1360 recreos, unas 52 asignaturas y otros tantos profesores.
Para el resto, aún queda Septiembre.
La verdad es que éste es un momento en el que los recuerdos y los sentimientos se mezclan y esta mezcla nos produce un sabor agridulce, un tanto extraño y difícil de expresar con palabras.
Si hacemos un breve recorrido por estos años que hemos pasado en el centro, recordaremos un primer momento de expectación, incertidumbre y cierto temor por el gran cambio del colegio al instituto; pasamos después a un tiempo más tranquilo en el resto de la ESO, que nos llevó a otro momento de cambio al comenzar el bachillerato, no obligatorio, pero con estudios mas difíciles y de una mayor responsabilidad.
En este tiempo ha habido de todo: esfuerzos que terminaron en decepciones al finalizar un examen, momentos en los que la presión produjo malestar, tensión y discusiones entre nosotros, e incluso con los profesores. Pero también tuvimos momentos de éxito, momentos divertidos y de satisfacción, como el que estamos viviendo.
Ahora podemos decir con orgullo y satisfacción que, juntos ¡Nos hemos graduado! Hemos sido capaces de superar con éxito una importante etapa de nuestra vida, que a unos les conducirá a la universidad, a otros al mundo laboral y a otros…al paro.
Pero, el que no se consuela es por que no quiere. Yo diría que, aún en éste último caso, debemos pensar que lo importante no solo es haber adquirido una serie de conocimientos, o haberlos olvidado, si no el haber convivido juntos y haber crecido como personas.
No debemos olvidar que gran parte de culpa de todo esto la tienen nuestros profesores y profesoras, que son los que realmente nos han enseñado y nos han sabido guiar en nuestro caminar diario. A pesar de los malos ratos que nos hayan podido hacer pasar, en otros muchos momentos han sido un ejemplo vivo para nosotros. Desde aquí y en nombre de todos mis compañeros y compañeras, mi más sincero agradecimiento por todo ello.
Bueno familias, no os habíamos olvidado. Para vosotros… el postre, como en las buenas comidas. A todos vosotros, padres y madres, os damos las gracias por tratar de educarnos lo mejor que sabéis, por estar siempre ahí, por desear siempre lo mejor para nosotros y por tantas y tantas cosas…Sabemos que casi nunca os valoramos como realmente os merecéis y, aunque actos como éste os compensan en parte, queremos que sepáis que en el fondo os queremos más que a nadie, como no podía ser de otra manera.
Muchas gracias a todos y… ¡Enhorabuena!