El hombre, el mono y el que hay en medio
Como véis, el hombre está bastante por detrás del resto de animales. Y seguirá retrocediendo, como sigamos a este paso: guerras, destrucción del planeta... Hasta un simple paramecio tiene más sentido común.
Os preguntaréis por qué os suelto este rollo. Resulta que los antropólogos de todo el mundo llevan buscando el eslabón perdido entre el hombre y el mono ni se sabe cuánto tiempo. Pues da la casualidad de que sigue vivo. Defiende su territorio, que es el metro, de gente tan peligrosa como una chica ecuatoriana de 16 años. Para cubrirse las espaldas, pone una excusa la mar de creíble: "Buf, me tenía una moña..." Lo malo es que su coartada se viene abajo cuando, a las doce de la mañana, sale de su casa y casi le parte la cara a un cámara que sólo estaba allí para grabarle. Por cierto, a cuenta del vídeo de las narices y de salir en los medios, el chaval se está haciendo rico. Así somos nosotros los humanos: hacemos a un cobarde el mayor de los famosos.
Una cosa más: los programas del corazón tienen el poder de alargar el tiempo: del vídeo de la agresión, que dura 25 segundos, son capaces de hacer casi cuarenta minutos de programa, echándolo una y otra vez. Eso es información, y no lo que hacen Milá y Gabilondo.
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