Buenas tardes
Los que os despedís hoy del “García Bernalt”
habéis pasado en él entre dos y seis o siete años. Este es tiempo suficiente
para crear fuertes lazos, y en vuestro
caso además son los años en los que uno transita de la infancia a la edad
adulta.
Aunque un tópico dice que “no pasan los años,
pasan cosas”, no hay más que ver vuestra foto del primer día en que llegasteis
a 1 de ESO y miraros ahora, para darse cuenta de que el tiempo sí pasa. Habéis
crecido físicamente pero también intelectualmente y aquí está la aportación del
instituto y no me refiero a la acumulación de datos o conceptos que hayáis aprendido
sino a lo que la educación debe proporcionar: una visión ajustada del mundo lejos
de planteamientos simples y reduccionistas por desgracia, tan frecuentes en
nuestros días
La enseñanza es un lugar fecundo para el
encuentro y para el recuerdo… Sé que cuando penséis en el instituto más
que una
lección académica recordaréis una
anécdota alegre o triste, una palabra de
ánimo o de reproche, una palmada en el hombro o una bronca monumental. Todo
ello, lo bueno o lo malo, habrá dejado huella;
y todo ello habrá contribuido a conformar vuestra personalidad
Según Antonio Muñoz Molina, “en la enseñanza
secundaria y el bachillerato es donde se decide si uno va a ser un ciudadano o
un bárbaro”. Yo espero que estéis en el camino de ser buenos ciudadanos ¿Qué es
ser un buen ciudadano? Pues alguien que conoce
sus derechos y cumple sus
obligaciones, alguien que se informa y piensa críticamente, en unos tiempos en
que la abundancia de información y sobre todo de canales de información hace que-paradójicamente-la
verdad sea un bien cada vez más preciado. Un buen ciudadano es alguien que
respeta la diversidad humana en todos sus aspectos, y me gustaría decir que no
solo la respeta sino que también la celebra, alguien que vela por el bien común
rechazando la violencia, cuidando el medio ambiente…. En definitiva, alguien libre
en el sentido más profundo de la palabra que no es sólo deshacerse de las
cadenas de uno, sino luchar por liberar
de las suyas a los demás. Nuestro deseo es que todos seáis buenos ciudadanos.
Pero que, además, de estas virtudes públicas también hayáis aprendido a ser consecuentes
con vuestros actos, es decir, valientes. A ser perseverantes y tenaces ante las
contrariedades que aparecerán, pues la vida siempre está llena de obstáculos, pensad
que la diferencia entre ganar y perder puede ser simplemente insistir (hace
poco leía una novela en la que el protagonista admiraba al Quijote porque
Alonso Quijano no se rendía nunca…a
eso me refiero) y que hayáis
desarrollado el gusto por hacer las cosas bien, parafraseando a
Martin Luther King: si estas llamado a ser médico o barrendero debes intentar
curar o barrer como Miguel Ángel pintaba, Beethoven componía o Shakespeare
escribía.
Mirad, debemos aspirar a vivir mejor cada día
pero la palabra mejor muchas veces no tiene nada que ver con lo material
El instituto será siempre vuestra casa. Ojalá
que seáis mujeres y hombres felices.
Ojalá que seáis hombres y mujeres de bien. Hasta siempre
Felipe Cuesta
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