Ayer en la mañana la mesa de la sala de profesores estaba llena de bombones. Las Pilares compartían su santo con sus compañeros, y con ellas Teresa Blanco su cumpleaños y su despedida por jubilación del Instituto.
La hemos conocido solamente este escaso mes desde que empezó el curso, pero ha sido suficiente para granjearse la simpatía y el afecto de sus compañeros y alumnos.
Con un bombón en la boca me fui en su busca en la última hora de la mañana y la localicé trabajando con los alumnos en la Biblioteca, el mejor marco para una profesora como ella. Allí posaron todos para el recuerdo de su última clase después de toda una vida dedicada a la profesión.
Con los mejores deseos en nombre de todos sus compañeros y alumnos.
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