El viernes, día 12 de febrero, muy temprano, a la 1.30 de la madrugada, 52 alumnos de 1º de Bachillerato, acompañados por los profesores Inmaculada de Dios y Paco Udaondo, nos disponíamos a compartir cinco días de convivencia y visita cultural a diversas ciudades de Bélgica. Con caras de sueño, pero con la ilusión pintada en los rostros, con algarabía, sonrisas y conversación interminable, llegamos al aeropuerto de Barajas a las 4, esperando lo que para algunos sería nuestra primera experiencia surcando los cielos europeos con destino a Bruselas, la capital de la UE.
Tras un vuelo de 2 horas, surgieron algunos inconvenientes: se había extraviado una maleta y tres más habían resultado deterioradas, sin duda por el mal uso que se les había dado en el transporte. Tras poner las convenientes reclamaciones, nos dirigimos al Hotel Catalonia Forum, en un barrio céntrico de la capital.
Después de comer y de descansar un rato, aprovechamos la tarde para dar un paseo por el centro de la ciudad que nos recibió con una temperatura gélida (-6ºC) y con una abundante nevada que apenas cesó durante los días que allí permanecimos. Un paseo refrescante hacia el mirador situado delante del Palacio de Justicia fue nuestro primer contacto con la ciudad. Bajamos en unos gigantescos ascensores transparentes hacia la Grand Place, y, después de callejear un rato (expresión usada por los viajeros cuando, sencillamente, se pierden en un lugar nuevo y desconocido), llegamos a nuestro destino y pudimos admirar el conjunto de edificios góticos, renacentistas y barrocos que conforman el ágora bruselense.
De nuevo callejeamos en busca de la parada del tranvía 92, lo cual nos permitió conocer la Estación Central, los diversos edificios administrativos, la catedral…: en opinión de nuestros profesores se trataba de una visita guiada sin guía.
El sábado , a primera hora, y después de degustar un espléndido desayuno bufet, nos esperaba un autobús para realizar una visita panorámica de la ciudad: comenzamos por el Atomium; continuamos por el barrio europeo donde admiramos los edificios del Parlamento Europeo, la Comisión y otros para la administración y el gobierno de la Unión Europea; después del centro histórico (Grand Place, Manneken Pis…) , y finalmente, concluimos la visita en el Museo de África, localizado en Tervuren, a 9 km. del centro.
El contenido de este museo es espectacular: un elefante y una jirafa disecados, una canoa de 22 metros, una colección extraordinaria de animales africanos, de máscaras, de utensilios e instrumentos musicales de los pueblos africanos.
Tras esta visita, regresamos al centro para pasear, realizar compras, sobre todo de chocolate, y disfrutar de la tarde, de un goffre, un chocolate o un buen café en los locales que rodean la Grand Place.
El domingo madrugamos para salir hacia Brujas, que recorrimos a pie en un paseo que duró más de 3 horas: el Lago del Amor, el Beaterio, la plaza con la Torre del Homenaje, la Basílica de la Sagrada Sangre… Esa misma tarde, aprovechamos para hacer un recorrido por Gante: el Castillo de los Duques de Flandes, la catedral de San Bavo con el políptico de “El Cordero Místico”, la lonja, los canales…y todo ello sin dejar de nevar en ningún momento. Era realmente una estampa navideña.
El lunes nos organizamos para ir a Lovaina, aunque esta salida no estaba prevista en el itinerario del viaje. Conocimos la biblioteca de la Universidad, el ayuntamiento, el centro histórico… entre bolazos de nieve. Llegados de nuevo a Bruselas, visitamos la catedral de San Miguel, donde fuimos deleitados por un concierto de órgano y trompeta. Después de un buen rato por el centro, regresamos al hotel donde celebramos el carnaval con una fiesta de disfraces: desfile de princesas, bebés, piratas, paletos, raperos, especímenes de sexo convexo y ambigüedad de género, personajes de cine y hasta de emperadores romanos, que hicieron el asombro de los serios belgas y las delicias de nuestro grupo.
El día de regreso, el martes día 16, visitamos por la mañana el Museo de la Música, que se sitúa en un edificio modernista de hierro, donde pudimos escuchar, de forma interactiva, el sonido de multitud de instrumentos de diversas partes del mundo y de diferentes épocas históricas.
Con las mochilas llenas de regalos, recuerdos y amistad, regresamos a Madrid, cansados y adormilados, pero enormemente satisfechos de una experiencia inolvidable de convivencia con nuestros compañeros de clase y amigos.
Viaje de estudios a Bélgica on PhotoPeach