domingo, 22 de marzo de 2020

Libros para viajar a lugares maravillosos sin salir de casa. EL PAÍS

LIBROTEA- EL PAÍS:

Nada, absolutamente, puede sustituir a la sensación de viajar. Estar en un lugar lejano, paladear con la mirada su paisaje, percibir sus olores, notar su clima en la piel e interactuar con sus habitantes es uno de los grandes placeres de la vida que, al menos de momento, no podemos disfrutar. Pero, si no existe un sustituto perfecto para esa experiencia, la literatura es el arte que nos hace vivir las sensaciones más cercanas a visitar lugares remotos. Hasta que podamos volver a salir de casa con un billete en la mano y una maleta en la otra, hemos seleccionado una decena de obras que nos harán estar, al menos mentalmente, en lugares que no están contenidos entre las paredes de nuestro hogar.
Una pareja neoyorquina viaja al Sahara en un periplo que debería servir para resolver sus problemas de pareja, pero que acaba siendo una experiencia llena de peligros y, también, de lugares subyugantes y misteriosos es el hilo de El cielo protector, de Paul Bowles, un clásico del pasado siglo. En su trilogía de El Cairo, que comienza con Entre dos palacios, Naguib Mahfuz nos lleva a la capital egipcia de 1917 para, a través de la historia de una familia de clase media, sumergirnos en la vida de la ciudad, sus tradiciones, costumbres y las tensiones políticas y sociales del momento. A unas décadas antes, y a un lugar mucho más lejano, nos embarca El afinador de pianos, la narración de un peculiar viaje a la Birmania ocupada por el Imperio británico de finales del siglo XIX que narra de manera vívida la vida y los paisajes de un país por entonces casi desconocido para los ciudadanos occidentales.
Hay autores que han hecho de algunos lugares un paisaje literario propio, dando a conocer esos parajes en los que transcurren sus obras a miles de lectores en todo el mundo. El Corfu de Gerald Durrell es uno de ellos, descrito con todo tipo de detalles sobre su fauna y flora en una trilogía de obras que culmina El jardín de los dioses. De igual forma, para muchos la Patagonia ha quedado en la memoria a través del libro de Bruce Chawtin en el que narra un viaje de seis meses por sus paisajes subyugantes.
Hay algunas ciudades que son especialmente literarias, hasta el punto que los libros que se han escrito sobre ellas han ayudado a formar su mitología. París es sin duda una de ellas, reflejada en numerosas ocasiones y obras. Esta vez, nos quedamos en la década de los 60 y sus reuniones de poetas y artistas con Patrick Modiano y su En el café de la juventud perdida. La Habana es otra de ellas, cuyos rincones casi podemos visualizar y sentir gracias a libros como Inventario secreto de La Habana, de Abilio Estévez, entre muchos otros.
La literatura, además de para trasladarnos a lugares remotos, también sirve para hacernos comprender cómo viven sus habitantes. El Kioto que nos presenta Yasunari Kawabata es a la vez la ciudad milenaria que todos tenemos en mente y el retrato de una sociedad cambiante, que pasa de las tradiciones a un nuevo orden, tanto político como social. De la misma forma, en Las muchachas de Sanfrediano nos asomamos a la vida de un grupo de amigas jóvenes en la Florencia de mitad del siglo XX.
Por último, aquellos que echen de menos los viajes más extremos y el contacto total con la naturaleza siempre pueden recurrir a Salvaje, el relato del periplo real de Cheryl Strayed, que recorrió a pie 1800 kilómetros de la cordillera del Pacífico de los Estados Unidos en una aventura iniciática que la transformó para siempre.

El cielo protector - Bowles, PaulEl jardín de los dioses - Gerald DurrellEn la Patagonia - Bruce ChatwinInventario secreto de La Habana - Abilio EstévezEn el café de la juventud perdida - Patrick Modiano 

 

 Kioto - Yasunari KawabataLas muchachas de Sanfrediano - Vasco PratoliniSalvaje -Resultado de imagen de libro el afinador de pianos

sábado, 21 de marzo de 2020

Día de la Poesía

Buenos días. Hoy es el día de la poesía. Y no nos puede faltar algún verso. Aunque no podamos compartirlo en los pasillos del IES, vamos a hacerlo desde el espacio virtual. Este mes desde Poemas que SALvan os regalamos dos textos que llegan desde el otro lado del Atlántico: Argentina y Uruguay. Los dos cargados de esperanza.
Que os salven de la luz mala  (PILAR LUENGO)

     VIENTO SUR. María Elena Walsh-Lito Vitale
No hay túnel que dure cien años, mi vida.
Mirá como se arruga la tiniebla,
la procesión de pálidas se desbarranca,
los funcionarios inauguran ruinas.
Y vos y yo fundamos aires buenos.
Dónde estará la plata de mi río,
sólo barro y olitas de minué.
En los camalotes cantan las sirenas,
pero Ulises camionero no las oye,
sólo escucha la radio.
Llueve liquen en los decrépitos televisores,
buenas noches a todos, mariposas y difuntos.
Transmiten en cadena las cadenas.
El cemento se cansa de ser cobija de la Pampa.
Por los baches asoma la luz mala,
resucitan cardos y maíces,
abran paso a las luciérnagas curiosas que verán.
Viento sur, olor a transparencia,
silbo de la calandria,
madrecita cantora del primer rayo de la aurora.
La sopa de los pobres llega al centro,
y su vapor al reino de los cielos.
Ventolina que barre tormentas,
lavadero del alma, nos deja serenitos,
reciclando la pena en vasto amor.
Silbo de la calandria y vidalita de la esperanza.
Darle cuerda al amanecer, empujar un poco al Sol,
al buen día meterlo en casa.
Silba la calandria y nos sorprende en vela,
amuchados, con ganas de seguir.
Estación claridad, vamos llegando 

 
DEFENSA DE LA ALEGRÍA- Mario Benedetti
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.